En este caso la encuadernación de la agenda sustituye el empleo de materiales más habituales como la plata, el nácar o el carey, por planchas de marfil con labrado rehundido. Los planos de representación están bien conseguidos mediante el empleo de la perspectiva tradicional y un fondo matizado. Como el resto de las agendas que en aquella época circulaban por España, su procedencia sería seguramente parisina.